jueves, 30 de agosto de 2012

Mother - Cocoon

Un paseo tranquilo por un bosque al lado del mar. Un bosque en estado de gracia, verde con matices de rojo, naranja, violeta y amarillo, bordeado por un mar inmóvil de color azul a medio camino entre intensidad y claro, en gradación. Un sol nórdico agradable de primera tarde, abrasante si no fuera por ese viento que lo atenúa. Y de repente, un claro. Una caseta abandonada, cerrada, y al otro lado, un columpio. De rueda, de aquellos que salen en las películas y tan pocas veces viste de pequeña. Mirar el columpio con deseo. No sé qué tienen los columpios que en cuestión de segundos consiguen sacar sin resistencia a la niña que llevo dentro, que se negó a crecer, que alguna vez soñó con subir a un columpio solitario en un paraje así.


Perder la vergüenza y sentarte, comprobar que a pesar de lo ancho de tus caderas tienes lugar ahí, no es impedimento. Empezar a mover las piernas, a tomar impulso. Y de repente, sentir el aire mecer las ondas de tu pelo, acariciar tu rostro, hacer bailar tu ropa. Cerrar los ojos y volar, abrirlos y ver todo el verde a tu alrededor, el mar de vacaciones, ese trozo de tierra al otro lado que espera que dentro de unas horas el sol lo envuelva y tiña su contorno de color naranja intenso. Pretendías estar cinco minutos pero estás tan a gusto volviendo a sentir tantas cosas que hacía tanto que no sentías que no paras. Y cuando te das cuenta, el disco "Where the oceans end" de Cocoon, ese disco que, a la estela del anterior, tanto costó que te hechizara y ahora adoras, ideal para acompañar un momento así, vuelve a su primera canción, allí donde estaba cuando te subiste al columpio. El tiempo ha volado y tú te has sentido libre, has sido muy feliz. Es tarde y toca volver a casa, frenar con los pies, levantar tierra, bajarte y seguir el camino. Sentir, durante el mismo, que tu cuerpo aún siente el movimiento. Que pasen los días, las semanas, y esas mismas melodías te evoquen esos minutos de paz. Sentir paz al volverlas a escuchar. Cerrar los ojos. Soñar.


Mother by Cocoon on Grooveshark

Canciones anteriores:
- Chupée
- Owls

lunes, 27 de agosto de 2012

Winning a battle, losing the war - Kings of convenience

Lunes. Sí, pero no un lunes cualquiera, quizás el lunes más duro del año, ese en que vuelves de vacaciones. En el que vuelve a sonar el despertador sin desearlo, en el que retomas la rutina, en el que vuelves a la realidad. Atrás han quedado 19 días que han pasado volando, 19 días de vacaciones de verdad, porque si algo han definido estos días, ha sido la calma. Tanto por la mágica y preciosa Noruega que ya describí en el post anterior, como en mi refugio de confort, buena comida y mimos que es Mallorca, mi casa. Casi nada demasiado especial, aparte de la excursión en barquita que me regalaron dos buenos amigos, de la que disfruté como una enana y gracias a la que me bañé en un lugar casi paradisíaco. A pesar de ese insoportable calor que no ha aflojado hasta ahora, he podido disfrutar de larguísimos baños en las aguas más bonitas del mediterráneo, de largas horas de sueño reparador, de buenas conversaciones con amigos, de ratos agradables con mis padres, de horas y horas de lectura. Aquello que al final resulta la esencia de las vacaciones. Vaciar la mente haciendo el muerto durante varios minutos dejándote flotar por el agua del mar, conseguir no acordarte de lo que has dejado pendiente, olvidar sin esfuerzo aquello que te atormentaba. Desconectar. Y volver con las pilas bien recargadas.


Tanta calma hace que no pueda acompañar este lunes de una canción cañera. No, me es imposible, no pega, destroza ese estado de calma y sosiego que he conseguido. Sería como ponerse una canción de inicio potente como alarma de despertador, devastador, no. Mejor algo tranquilo, algo calmado, algo que me permita empezar al ralentí e ir cogiendo fuerzas poco a poco. Ayer por la mañana, cuando por fin el calor dio tregua y me regaló una estupenda temperatura para poder apurar las últimas horas leyendo en el patio de mi casa, sonó por mi mp3 el primer disco de Kings of convenience que acompañaba mis horas de lectura sanadora del agosto del año pasado en ese mismo lugar. Y he sonreído, consciente de cómo ha cambiado todo a mi alrededor y de lo feliz que he llegado a ser en un año desde entonces, justo cuando empezaba a despertar de la pesadilla y a volver a sonreír con tranquilidad. Cuando empezaba de verdad esta vida que tengo ahora de la que estoy tan contenta. Y he sentido que la canción que lo comienza tiene que ser la que acompañe esta entrada.

Winning A Battle, Losing The War by Kings of Convenience on Grooveshark

sábado, 18 de agosto de 2012

Halfway spoken heart that feels comfort in everything until it disappears and then it's gone - Carissa's Wierd

En estos momentos en los que me derrito de calor en Mallorca, tras haber vuelto de mi periplo por tierras noruegas, el recuerdo de todo lo visto estos últimos días quizás consiga refrescarme un poco. Impresiones imposibles de reflejar en los cientos y cientos de fotos hechas, cosas que sólo pueden sentirse al pisar lugares como los que he pisado. He visto lagos infinitos donde descansa la vista y se reflejan las montañas y los cielos de alrededor, lugares con nieves perpetuas, miles de ríos apareciendo aquí y allá, montañas que sangraban agua en forma de imponentes cascadas, fiordos escarpados capaces de cortarte la respiración los vieras desde allí enmedio o desde los puntos altos que los flanqueaban, bosques mágicos en los que perderse, encantadoras casas de madera de todos los colores para alegrar un poco los días más grises y tristes.




He sentido la calma en las aguas de los fiordos, que paralizan la circulación de los pies al introducirlos en ellos, atardeceres perezosos que pintaban de color naranja los cielos y mantenían ese color durante más de una hora, y noches de cielos azules en los que alguna que otra estrella se atrevía a brillar. Días con flores de colores por todos lados, con sabor a las fresas más dulces que he comido
nunca, a frambuesas cogidas directamente del bosque. Con un oblicuo y privilegiado sol que inusualmente reinó para que la vida brotara en todo su esplendor, que teñía los verdes que reinaban por todos ladosde tonos infinitos, de paleta de pintor, casi inimaginables. Todo ello, en muchos momentos, en buenísima compañía.



Quizás cada momento haya tenido en mi cabeza una banda sonora particular y variada, fruto del contraste entre la naturaleza salvaje y fría y el intenso sol que brillaba en todo momento y que ha hecho que mi rostro haya vuelto significativamente bronceado. De entre todas las canciones que han sonado en mi mp3 o he tenido en mi cabeza, rescato esta de título inacabable que me acompañó en varios momentos y que refleja esa sensación de calma constante, otoño incipiente disfrazado de primavera y naturaleza indomable e infinita que he tenido estos días. Una pequeña delicia de Carissa's wierd, la banda que fue embrión de mis adorados Band of horses, de su disco "You should be at home here" del año 2001.




Halfway Spoken Heart That Feels Comfort In Everything Until It Dissapears And Then It's Gone by Carissa's Wierd on Grooveshark

martes, 7 de agosto de 2012

Angels - The xx

Últimos cálculos, copias de seguridad de todo lo realizado hasta ahora, recogida de espacios de laboratorio y escritorio, inventario de las tareas llevadas a cabo y las que reemprender a la vuelta. Impresión de mapas, billetes, tarjetas de embarque, búsqueda de información turística de última hora; seguro que me olvido de algo. Llegar a casa, cargar el móvil, vaciar de fotos y cargar la cámara, cargar de batería y música mi mp3, seleccionar lecturas, últimas compras. Hacer la maleta con la leve inquietud típica del día antes de un viaje. Sí, en pocas horas podré decir que oficialmente estoy de vacaciones, que hasta dentro de 20 días no vuelvo a pisar el laboratorio, que llegó el momento de olvidarse de todo y desconectar durante unas semanas.

Van a ser estas unas vacaciones cortas pero variadas, probablemente de esas que pasen tan rápido que ni me daré cuenta. Primera parada, Noruega. Un lugar al que siempre he querido ir y que ahora tengo la oportunidad de hacer con el incentivo de visitar a una gran amiga de allí. Un lugar que a pesar de los 15 grados de media que me esperan y que prometen un auténtico paréntesis de verano, con la consecuente revolución en mi armario a la hora de hacer la maleta, me muero de ganas de pisar por fin, tanto que casi no me lo creo. Como tampoco me creo que por fin, después de más de tres años, vaya a hacer un viaje fuera de España, de más de cuatro días y sin razones laborales de por medio.

El paréntesis de verano hace que la selección musical para estas vacaciones y la lista que me llevo en el mp3 sea, cuanto menos, curiosa. Una de las canciones de este verano de 2012, por mucho que tenga poco de veraniega en cuanto a sonido, es el retorno del dúo The xx. Un regreso que me ha hecho recavar en su primer disco, recordarlo, volver a escuchar con asiduidad las joyas que alberga y desear poder escuchar entero el segundo trabajo, titulado "Coexist". Un trabajo del cual esta tranquilísima, breve, delicada y sencilla canción es inusual (casi antisingle) pero deliciosa carta de presentación, con la voz de ella en pleno lucimiento y todo el minimalismo y la delicadeza de su propuesta musical reducida en un pequeño bote, pero a la dosis suficiente como para que nos rocen el alma y nos dejen con ganas de mucho más. Una canción que resultará ideal para acompañar mi periplo por tierras nórdicas, y que por ello merece ser la que inaugure las vacaciones de este año y sirva de presentación a la lista de canciones de este verano que he elaborado en Spotify y que dejo enlazada por si os apetece explorarla. Nos vemos a la vuelta.


viernes, 3 de agosto de 2012

This fire - Laura Gibson

Noches de verano de relax y sabor añejo, a la fresca de la galería de casa, disfrutando apoyada en mi nueva tumbona, con el ordenador en mi falda, de toda la elegancia de una serie de tan buen gusto como "Mad men". Con la cuenta atrás de mis vacaciones en plena marcha, a menos de una semana de coger las maletas y marcharme bien lejos, los días previos son siempre curiosos. Movidos, inquietos, cansados, aunque mi actitud este año sea de lo más tranquila, fruto de esa tranquilidad que con los años he ido adquiriendo y que cada día más me sorprende.

Para acompañarme, rebusco en mi lista de chicas de spotify y me topo con uno de los hallazgos femeninos más interesantes de estos últimos meses, Laura Gibson, una cantautora pop-folk colaboradora de Colin Meloy de The decemberists con una voz delicada y cálida a la vez y un estilo que cabalga entre los dos géneros dando lugar a canciones variadas. Como las que componen su tercer y último trabajo, publicado este año y titulado "La Grande", de cual este rítmico tema fue el primero que conocí, me atrapó a la primera y que, si os gusta, os invito a degustar entero, no os dejará indiferentes. Una de esas pequeñas joyas que quedan escondidas entre las publicaciones de cada año.






miércoles, 1 de agosto de 2012

For Emma - Bon Iver

Posiblemente, el viernes noche más esperado de todo el año, el concierto más esperado del año, después de tanto tiempo soñando con ello, tantos meses con la entrada bien guardada. Por fin había llegado, por fin el sueño iba a materializarse. Con las expectativas muy altas, fruto de lecturas en todos lados sobre pasados conciertos, nos dispusimos a ir bien temprano, para comprobar al llegar que no había sido suficiente y que la expectación creada por la banda de Justin Vernon era superior a la esperada. Largas colas a lado y lado de la entrada del Poble Espanyol testimoniaban ese sold out que pocos días antes del concierto se había logrado. Queríamos estar cerca pero en cuanto entramos vimos claro que sería misión imposible, por lo que mi compañera de piso y amiga Naiara y yo nos resignamos a guardar un sitio con buena visión, esperando a nuestras amigas Adriana y Silvia que pacientemente esperaban en una de las colas, mientras de fondo sonaba Beth Orton con su guitarra y nosotras contemplábamos el bonito escenario. Se hizo de noche, nos reunimos finalmente las cuatro, expectantes, hasta que salió Justin, agarró el vocoder y sentado de rodillas en el suelo se marcó un aperitivo solitario en forma de "Woods", canción de su EP "Blood bank", en acústico. Nuestro vello empezaba a erizarse y sólo era el principio.


Apareció el resto de la banda, formada ni más ni menos que por ocho músicos, dos guitarristas que se turnaban con el violín, trombón y trompa que se turnaban a los teclados, saxo, bajo y dos baterías detrás a lado y lado; y empezó la fiesta con una espectacular, enérgica y cuidadísima "Perth" acompañada de juegos de luces en el precioso escenario que había montado que fue la primera señal de que aquello iba a ser muy, muy grande. Parecía que iba a seguir el orden de su segundo disco al sonar "Minnesotta" y una preciosa y delicada "Holocene", con todos los intrumentos sonando pero sin estridencias, en su justa medida, en su justo lugar. Pero ello fue interrumpido por una enérgica y guitarrera "Blood bank", que dio paso al silencio sepulcral del público tras los primeros acordes de "Flume", que me arrancaron las primeras lágrimas. Silencio sepulcral que fue la prueba de un público completamente entregado y atento a las necesidades de cada canción, que coreó el estribillo de esa joya que es y que fue en directo "Skinny love" cuando tocó, que volvió a callar una y otra vez cuando fue preciso. Fluyeron y sonaron soberbias "Towers" y "Calgary", con sus pasajes instrumentales y sus cambios de ritmo y de melodía que nos rozaron el alma por los cuatro costados y nos hicieron volar, demostrando a su vez las grandes canciones que son, Justin dio descanso a la banda cogiendo él solo la guitarra para interpretar una sentida "re:stacks", jugó con su voz pasando de grave a falsete tal y como deseábamos oir en "Hinnom, TX", hubo momentos de lucimiento instrumental como esos violines de "Wash" y, cómo no, momentos polifónicos a múltiples voces que erizaban aún más el vello, si cabía. Para irse al bis con la canción que cierra su segundo disco, "Beth/Rest", y volver aclamado y modestamente agradecido con nosotros para hacernos partícipes en su recital haciéndonos cantar ese "What might have been lost" de "The Wolves" y acabar de manera sublime y emocionante con esa inolvidable "For Emma" que volvió a hacer aparecer las lágrimas en mi rostro.


Casi se podría decir que fue el concierto perfecto. Todo en su sitio, una escenografía preciosa, un setlist cuidadísimo y en acertado orden, un sonido adecuado para el lugar, un recinto que se confirma como uno de los más mágicos de Barcelona para conciertos al aire libre, un público entregadísimo y dando aquello que se necesitaba en cada momento (realmente ponía los pelos de punta ver ese silencio sepulcral en un recinto tan grande y al aire libre como es el Poble Espanyol). La música, perfectamente cuidada, con mil matices que podríamos estar horas y horas describiendo, proporcionando emotividad y energía en su justa medida. Y por delante de todos, dirigiendo a la perfección toda esa maquinaria, ese grande y genio de la música actual que es Justin Vernon, jugando tal niño pequeño con guitarras de diferentes tipos, teclados y tinglado electrónico, con su voz en estado de gracia, unos kilos de más pero mucha modestia, simpatía y agradecimiento que nos llegó a todos al corazón (especialmente a todas, todo sea dicho), si no lo había conseguido ya con sus composiciones. Demostrando no lo grande, sinó lo enorme que es, y por qué ha llegado donde lo ha hecho, porque pocos lo consiguen, con una propuesta musical fuera de cánones y convencionalidades.


Volamos con los ojos cerrados, soñamos con nuestros parajes favoritos. Sentimos nuestra alma desgarrarse ante el sonido de las guitarras o la soledad de su delicada voz, el corazón retumbar al ritmo de las baterías, la brisa alrededor de los delicados vientos, las lágrimas fluir por la mejilla ante aquellas canciones que nos rasgan el corazón. Y sonreímos y nos pusimos las manos sobre el corazón como si parte de nuestros sentimientos fueran plasmados sobre el escenario, en comunión entre todos y con ellos, una única voz. Todo ello durante una hora y media que todos y cada uno de los que estábamos allí deseamos que nunca acabara, que fuera eterna, que se alargara como fuera. Salimos de allí en una nube de la cual costó horas bajar, a cada minuto que pasaba más conscientes del privilegio del que habíamos disfrutado.


Pasaron los días y no puedo olvidar todas esas sensaciones, porque quizás sea, por ahora, el concierto del año. Leáis donde leáis, probablemente os encontréis con impresiones muy similares, como las encontradas del mismo concierto de Barcelona en indiespot, con la que me siento altamente identificada, o la magnífica crónica que nos regalaron nuestros amigos de Ciudad sin discos del recital de París dos semanas antes. Sin duda, una noche inolvidable y en maravillosa compañía, que me hizo especial ilusión compartir con quienes lo hice.

Para acompañar la crónica, la perlita del primer disco que finalizó el concierto, una de mis favoritas, una canción de las que lo remueven todo por dentro, que simplifica y resume todas y cada una de las sensaciones vividas.

For Emma by Bon Iver on Grooveshark