viernes, 31 de mayo de 2013

Especial Primavera Sound (II): Viernes / Song 2 - Blur

Empezó el viernes mucho más soleado de lo que nos esperábamos, con una amenaza de lluvia perpetrada por la predicción meteorólogica oficial que podría habernos destrozado el día pero finalmente (y afortunadamente) no lo hizo. Tras comer en aquel bonito lugar que descubrimos el año pasado cerca del Forum, JMHulme, Vanessa, Julia, Viola y yo cumplimos con nuestra ya tradición de ser los primeros en pisar el recinto y plantarnos en el Auditorio a las 4 de la tarde para el primer concierto de un día musicalmente muy intenso, en el que podría contar que vi aproximadamente unos diez conciertos, todo un record primaveral que pocos probablemente puedan conseguir, aunque obviamente no todos los fueron enteros y tuvieron que ser sacrificados para poder ver otros. Ya se sabe, las locuras primaverales que te entran cuando hay tanta propuesta apetitosa en el cartel y algo de ganas de correr recinto arriba recinto abajo. Al menos el viernes tenía las fuerzas necesarias para hacerlo.


Si alguien me pregunta si vale la pena sacrificar horas de descanso para cosas así, mi respuesta, al menos en base a lo vivido estos dos años, es que sí. Primero porque al ser sentados el cansancio es menor, y segundo porque los conciertos a esa hora en el Auditori sientan de maravilla. No sé qué haremos sin él en las próximas ediciones, pero eso ya es otro tema. El protagonista este año era Ethan Johns, uno de los descubrimientos de los que hablé hace pocas semanas. El polifacético músico y productor apareció en escena solo con su guitarra, con lo que entrevimos el carácter acústico de su directo. Algo que no impidió que a los momentos íntimos esperados (y más logrados) se unieran también otros con más garra, paseando la variedad que se aprecia en su disco. Pero la guindita, mi momento lagrimón, fue cuando, por sorpresa versionó la preciosa "Revelator" de Gillian Welch y nos dejó a todos con el alma por los aires.



Tras el momento íntimo que supuso el concierto anterior, nos quedamos sentados guiados por la curiosidad de ver al músico etíope Mulatu Astatke, al cual había escuchado justo dos días antes gracias a una recomendación de bboyz, y al cual había reconocido como el autor de la banda sonora de "Broken flowers" y me picó el gusanillo de verle. Guardamos sitio al responsable de tal descubrimiento, apareció la numerosa banda, formada por vientos, un cello, percusión, piano y bajo, y todos disfutamos de una increíble jam session de jazz que sin duda constituyó mi primera gran sorpresa primaveral, quizás la mayor que me encontré durante estos días. Porque aunque el estilo general del festival es el mío y la mayoría de grupos siguen esa línea y por ello me gusta, he de reconocer lo mucho que se agradece encontrar de repente propuestas totalmente diferentes, todo un soplo de aire fresco musical que, finalmente, hacen del Primavera Sound algo muy especial y difícil de explicar a quien no lo vive. Porque gracias a esto viví uno de los mayores momentos musicales del mismo.





Me apetecía estar un rato con JMHulme, Vanessa y Julia y por ello me fui con ellos a ver a Kurt Vile, que aunque sonó muy bien en el Heineken, no acabó de engancharme del todo. A las pocas canciones decidí irme con Vanessa al Ray-Ban a ver, aunque empezado, a Nick Waterhouse, cuyo nombre me sonaba haberlo escuchado y algo me decía que me había gustado. Creo que nunca dejaré de agradecerle a ella que me llevara a ese concierto porque gracias a él en tuve mi segunda sorpresa primaveral. Porque repentinamente me vi embebida en una atmósfera de soul y música negra con tintes sesenteros liderada por un músico de aspecto blanco y voz negra, acompañado por un variado elenco de músicos y dos coristas. Una atmósfera en la que era imposible no dejarse llevar y mover los pies como si nos fuera la vida en ello, pegándonos los primeros bailoteos del día bajo un leve sol en nuestras espaldas que poco a poco se iba cubriendo de nubes amenazadoras. Otra prueba más de esa variedad musical que nos ofrece el festival y que, nuevamente, agradecí. Haciendo balance, no había podido empezar mejor el día, y sólo eran las siete de la tarde.


Tocaba volver a la realidad del festival y para ello me dirigí al Primavera, donde había quedado con mis compañeras de piso y con Berit, aunque mientras las esperaba me puse en contacto con los chicos de Crazyminds, a los que tenía muchas ganas de conocer y charlar un rato. Fácilmente me encontraron Jorge y Jordi, y a los pocos minutos de estar juntos presentí que iba a pasármelo muy bien, como fue finalmente en todos los momentos que compartí con ellos. Volviendo al aspecto musical, era el turno de la debutante formación británica Peace, a la que había descubierto haciendo rastreo de bandas primaverales y me habían contagiado su alegría juvenil britpopera en varias canciones, así que me apeteció mucho verles. Quizás porque estuve más pendiente de la animada charla con los crazyminders o a la atenta espera de mis amigas no pude apreciarles como debieron, porque sí que sonaron muy bien, limpios y correctos como en el disco, pero no acabaron de tener el calado que podrían haber tenido. O quizás las prisas por irnos al temido Heineken a coger sitio para Django django tuvieran también algo que ver. Porque finalmente es difícil estar y ver en plenas condiciones todo lo que quieres. La parte negativa de un festival como este.


Durante el paseo hasta el Heineken tuvimos nuestro primer testimonio claro de cual iba a ser el gran protagonista de lo que nos quedaba de día y de noche. Un acuciante frío en forma de brisa traicionera se fue apoderando del recinto, especialmente del camino entre escenarios. Ello hizo que más que desear una cerveza, aquello que nos apetecía era un café bien calentito. Y resultó de lo más surrealista acabar presenciando el concierto los británicos... con un café con leche en las manos!! Volviendo al aspecto musical, aparecieron los cuatro chicos de Django django ataviados en camisas blancas con cintas negras pegadas la mar de curiosas, y arrancaron muy bien su concierto potenciando el toque electrónico que tienen sus canciones, ese plus que les dan a sus polifonías. Demostraron que son una banda versátil, capaz de hacerte acústicos preciosos y conciertos festivaleros bailongos. Si bien nos hicieron bailar de lo lindo y a mí empezar a darme más señales de que en realidad me gusta la electrónica mucho más de lo que me parece (o quizás sea sólo una cuestión de edad, quién sabe), aún en unas condiciones ambientales no muy idóneas y a una hora que lo era aún menos para algo así, a las pocas canciones pecaron un poco de una cierta repetitividad y una cierta linealidad en el sonido, algo que hizo un poco de mella y que nos hizo aguantar sólo por escuchar "Default", su temazo, que aunque sonó un poco descafeinado bien nos sirvió para animarnos.


No pasó nada porque en realidad queríamos volver al Primavera para ver el retorno de The breeders interpretando su disco más mítico, ese "Last splash" que cumple veinte años. Un álbum del cual conocía ya ese temazo que es "Cannonball" pero que curiosamente encontré hace dos años entre las reliquias que dejó el antiguo inquilino de mi piso, por lo que me hacía especial ilusión verlo en concierto. Con un curioso aspecto de mamás salidas de casa un momento para hacer un encargo, las hermanas Deal y compañía nos regalaron un encantador directo en el que no sólo brilló el temazo esperado sinó que consiguieron que nos llegaran todas las canciones, diferentes como son entre ellas. Un concierto que destiló encanto por todos lados y una cierta garra guitarrera noventera un poco amainada por la edad de sus integrantes. Personalmente delicioso me sonó el penúltimo tema del disco, ese "Drivin' on 9" donde el violín de Carrie Bradley toma mayor protagonismo. Quizás fue uno de los conciertos más especiales del festival, mientras se hacía de noche y nos intentábamos cobijar entre nosotros de un frío cada vez más presente, y el que lo pasé muy bien, entre mis amigas y los crazyminders, a quienes se había unido Álex, a quien ya conocí en el concierto de Sr. Chinarro el pasado marzo. 


No sé de dónde sacábamos fuerzas para continuar de pie porque tocaba irse hacia el Pitchfork, bajo la inmensa placa solar del recinto, para ver uno de mis conciertos pequeños más esperados, el de Local natives. Renuncié al descanso y a cenar sentada por poder verles junto con Viola, quien me los había descubierto, y metida en el mogollón para poder disfrutar más. Aunque un sonido más bajo de lo esperado (del cual adoleció algún otro concierto en ese escenario, según lo que he leído) quizás deslució un poco el concierto, ello no fue impedimento para todo el torrente de sentimientos que se desató mientras les escuchaba. Repasaron sus dos discos y sus canciones sonaron igual de deliciosas que en los mismos, con unas voces preciosas en estado de gracia en forma de coros que levantaron nuestras almas y unos guitarrazos puntuales que nutrieron nuestras emociones. Canciones como "Airplanes", "Heavy feet", "Camera talk" o "Ceilings", entre otras muchas, sonaron celestiales, aunque la que consiguió arrancarme alguna lágrimilla fue, como me esperaba, "Who knows who cares". Mientras tanto, a nuestras espaldas podíamos ver el mar y esa preciosa luna protagonista del festival reflejada en él. ¿Pudo ser más bonito?




Lo mejor de todo esto es que la emotividad no iba a tener fin aún. Con la misma luna detrás nuestro, compañera cómplice de todo lo que sucedía, nos dirigimos al escenario contiguo, el pequeño Vice, para ver otro de mis descubrimientos pre-primaverales más especiales, los británicos Daughter con toda su delicadeza. Les pillamos probando sonido en una explanada ya llena de gente en la que conseguimos hacernos un buen hueco. Puede que no fuera la hora más adecuada para saborear una propuesta así, con el cansancio a flor de piel y la expectativa de ver a Blur en pocas horas, pero aún así, pudimos presenciar otro concierto de los que llegan al corazón. La bonita voz de Elena Tonra sonó cálida y delicada como en el disco, en un setlist donde combinaron temas más tranquilos y otros más enérgicos. Y, entre canción y canción, agradecimientos emocionados de sorpresa de ver a tanta gente viéndoles, no podían ni creérselo. Fuimos avanzando posiciones mientras iban sonando temas como "Still", "Home" o "Human", para acabar en el mejor lugar para escuchar mis dos favoritas, "Youth" y "Love", y dejar que me cayeran lágrimas escondidas entre mi melena. Lágrimas que tuve que secar bien rápido porque tocaba salir de la multitud para ir lo más rápido posible hacia el Heineken para ver a Blur.






Viendo las riadas de gente en las que nos vimos metidas de camino, sorteando nuevamente el frío, vimos muy claro que sería imposible coger buen sitio para ver a los absolutos cabezas de cartel de la noche. Con suerte conseguimos dar con Adriana y Anna y tuvimos que conformarnos con un lugar a la altura de la mesa de sonido hacia la izquierda. Nunca había visto esa explanada tan llena de gente, pero realmente no pasaba nada porque el sonido era espectacular en toda ella. Y porque todos, absolutamente todos los presentes, nos metimos en el concierto desde esas primeras notas de "Girls & boys" que nos pusieron a todos a saltar. Pronto cayó "Beetlebum" y al ser una de mis favoritas no pude evitar casi derretirme con ella. Aunque tuvieron un momento de pequeño bajón al cantar canciones menos conocidas, retomaron bien rápido sus hits y nos hicieron rememorar a todos nuestra adolescencia con ellos. Porque una de las mejores sensaciones del concierto fue escuchar en directo canciones que conocíamos de hacía mucho tiempo y que nos habían acompañado durante un tiempo en nuestra vida, todos en comunión sintiendo lo mismo. "Country house", "Parklife", "Coffee & tv", "Tender" y la gente coreando a cappela sus coros tras la cancion o "Out of the century" fueron algunos de los hits que cayeron, entre alguna agradable sorpresa como la preciosa "This is a low", cada uno quedándose con su favorito, cada uno viviendo sus propios recuerdos. Y mientras tanto sobre el escenario, Damon Albarn yendo de un lado a otro dirigiendo esa orquesta formada por la banda, coristas y trompetas, y bajándose al público de tanto en tanto para darse algún que otro baño de masas. Desaparecieron del escenario pero no podían irse sin cantar "The universal", como así fue cuando volvieron a él y me pusieron los pelos de punta aún más, para acabar de manera apoteósica con un cacareado "Song 2" que por mucho que hayamos escuchado casi todos hasta la saciedad casi hunde el Heineken y acaba con nuestras voces y tobillos. Porque aún con todo, es y siempre será una de las canciones de mi vida, y es por ello que acompaña esta crónica. Porque coronó un concierto que fue casi como un sueño colectivo de muchos años hecho realidad.



Y con todas estas sensaciones a flor de piel nos fuimos camino a casa, con el cansancio aumentando a la vez que la dificultad de encontrar un taxi, ya se sabe, vicisitudes de un festival cada vez más mayoritario. Qué se le va a hacer.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Especial Primavera Sound 2013 I: Jueves / Don't - Phoenix

Un año más, al fin llegó el esperado día en el que el Forum abre sus puertas y volvemos a cruzarlas con la mayor felicidad del mundo. Al ser ya el tercer año que voy al festival, a la emoción por lo que me espera estos días se unen los miles de recuerdos que tengo de años anteriores, por lo que las sensaciones que me produce volver a subir esa cuesta con el Auditori a la derecha, cruzar las vallas y volver a pasear por el recinto son indescriptibles.


Este año, pero, tuvimos un breve aperitivo el día anterior, miércoles, allí mismo en el Forum, en el que pudimos disfrutar de los conciertos de The vaccines y Delorean, entre otros. Me reuní con bboyz justo antes de que empezara la banda inglesa, nos metimos en el mogollón de un Ray-Ban coronado por una preciosa luna, protagonista absoluta de todo el resto del festival, en el que vimos hacerse de noche al ritmo de los guitarreos y las canciones de The vaccines, que repasaron sus dos discos con solvencia y haciéndonos bailar y pasar un rato inolvidable. Imposible olvidarse de ese fin de fiesta con una de mis favoritas del último, "I always knew" y "If you wanna" que hizo quitar de golpe el frío que empezaba a sentirse por el Forum. Al finalizar el concierto me reuní con Sara, Naiara, Adriana y Anna y nos fuimos para adelante para ver a la formación vasca Delorean, a la que un sonido desequilibrado les jugó una mala pasada y hizo que no acabaran de cuajar, pero con los que nos dimos unos buenos bailes. Al final, un buen aperitivo de lo que nos esperaba los siguientes días




Llegó el jueves y tras reunirme con mi querida Viola, disfrutamos del directo de El inquilino comunista, banda española noventera que, confieso, desconocía antes de que fueran anunciados en el festival. Les había escuchado bastante las semanas anteriores y fueron sin duda una buena manera de empezar el jueves, sonando correctos y contundentes, como sólo los que hace muchos años que cabalgan sobre escenarios lo hacen.


Tras pasar un momento por el Ray-Ban durante el concierto de Poolside y deleitarnos la vista un poco con el interesante personal masculino que por allí circulaba, nos dirigimos hacia un Vice (sorprendentemente) atestadísimo de gente en el que nos reunimos con mi amiga Berit y nos encontramos de casualidad a bboyz. Acompañados por una fresca brisa que venía de ese mar que rodea el escenario, preludio de las bajas temperaturas que nos esperarían los días siguientes, los encantadores Woods nos regalaron un precioso concierto en el que se focalizaron sobretodo en su segundo disco y le dieron un plus de instrumentalidad y garra. Lástima que el escenario se les quedara pequeño y ello nos pillara un poco de improvisto a todos. Creo que ni ellos se esperaban a tanta gente viéndoles.


Nos dio tiempo a enganchar la última canción de Neko Case en el escenario Primavera, antes llamado San Miguel y uno de los principales, y comprobar la belleza de su voz, también en directo, pero tocaba peregrinar hasta el Heineken, ese monstruoso escenario anteriormente llamado Llevant o Mini, para uno de mis conciertos más esperados, el de Tame Impala. Conseguimos reunirnos Berit y yo con Sara y Naiara casi de casualidad, porque el volumen y densidad de gente que había por allí, aún estando en un lugar de fácil encuentro, lo hizo casi imposible. Ello no fue más que una prueba de la cantidad de gente que este año había en el festival, superior a la de años anteriores, y que hizo que no pudiera disfrutar demasiado del principio del concierto. Empujones y gente entrando y saliendo protagonizaron las tres primeras canciones, no pude sentir más rabia al destrozarme "Apocalypse dreams". Pero al poco tiempo conseguí relajarme y empezar a disfrutar del excelente directo de los australianos. Juega a su favor el hecho de tener auténticos temazos en sus discos, temazos llevados al directo de manera pulcra y limpia, alargando algunos pasajes instrumentales para darles un pequeño plus y poniéndonos los pelos de punta a aquellos que los habíamos escuchado mil veces en disco. Tuve mis primeros momentos de pelos de punta durante su actuación, en la que circularon sobretodo temas de su segundo disco como "Mind mischief", "Why don't they talk to me", "Feels like we only go backguards" o ese "Elephant" que puso el escenario patas arriba, aunque también dejaron espacio a temas de su anterior trabajo como "Solitude is bliss" o ese maravilloso "Alter ego" que se mezcló con la brisa y constituyó uno de mis momentos más especiales. Sin olvidar mencionar las psicodélicas y coloridas proyecciones que les fueron acompañando durante todo el concierto, un bonito extra a su gran actuación. Uno de mis conciertos del festival, sin duda.






Decidimos quedarnos por allí comiendo algo en la nueva carpa de comidas cercana al Heineken y poder coger buen sitio para ver a The postal service, algo que casi se convirtió en misión imposible todo el festival, a no ser que estuvieras allí más de media hora antes. Conseguimos mejor lugar que en el anterior concierto, sin duda, fui a buscar a bboyz y puntuales aparecieron Ben Gibbard, Jimmy Tamborello, Jenny Lewis y Laura Burhenn sobre el escenario, sonando las primeras notas de la canción que abre ese maravilloso "Give up" que este año cumple 10 años, "The district sleeps tonight". Repasaron todo el disco y las dos canciones que han sacado este año, dándole un extra de caña electrónica que nos hizo bailar a todos, dejando también espacio a la emoción en los temas más lentos. Nos dieron la sensación en todo momento de estar pasándolo en grande, con un Ben Gibbard entregado y con su preciosa voz en excelente estado, pasando de la guitarra a la batería, una encantadora Jenny Lewis que hizo de co-vocalista y pasó por diferentes instrumentos y un Jimmy Tamborello dándolo todo tras la maquinaria electrónica. Explotó el concierto en su final con ese esperadísimo "Such great hights" que enloqueció a todos los presentes. Un gran concierto que quizás nos acabó de hacer entender por qué una banda con un sólo disco tiene tanta relevancia.





Queríamos ver aunque fuera unas pocas canciones de Grizzly Bear en el Primavera pero el cansancio hacía ya mella entre nosotras y decidimos escucharlas tranquilamente sentadas detrás. Porque si hay algo en lo que ha destacado indudablemente este Primavera ha sido el gran sonido en casi todos los escenarios, impecable y accesible desde casi cualquier lugar de la explanada de los escenarios correspondientes. Un sonido que nos permitió disfrutar casi a ciegas de la dulzura y el encanto de los temas de los neoyorkinos, que nos llegaron directos al corazón. Focalizaron su directo en las canciones de su espléndido último disco y quizás por eso los disfruté tanto. "Sleeping ute" o "Yet again", entre otras, sonaron increíbles, de pelos de punta. Pero tocaba irse sin acabar el concierto para poder coger buen sitio en el Heineken para Phoenix, aunque tuvimos la suerte de poder disfrutar de la maravillosa "Two weeks" bajando alegremente por la cuesta del Ray-Ban de camino al otro escenario. Un concierto para apuntarse en caso de futuras posibles visitas.




Si tuviera que nombrar un concierto por el que moría, sin duda ese era Phoenix. Los que pululáis por aquí desde hace tiempo ya sabéis que se trata de una de mis bandas favoritas desde hace ya muchos años. Siento una tremenda debilidad por Thomas Mars y sus chicos por esa mezcla fantástica entre melancolía y alegría desbocada que tienen sus canciones, simples y frívolas en apariencia, pero totalmente irresistibles. Conseguimos un lugar idóneo para disfrutar de ellos y así lo hicimos desde el primer momento, ya que empezando por ese curioso single de su último trabajo "Entertainment", soltaron todo un rosario de hits potentes y bailongos que nos dejó knockeados desde el minuto cero. Con un Thomas Mars un poco soso pero encantador y un batería dándolo absolutamente todo, se centraron en sus dos últimos trabajos, aunque uno de los momentos más emocionantes para mí fue cuando recuperaron "So young" y, para mí absoluta sorpresa, una de mis favoritas del "It's never been like that", la maravillosa "Long distance call" que casi me hace caer las lágrimas. Bajaron revoluciones a mitad de concierto, interpretaron una mezcla de las instrumentales de sus dos últimos discos y nos pusieron a bailar sin parar, hubo incluso un momento para la intimidad en el que Thomas se bajó al público de las primeras filas para interpretar una preciosa "Countdown" en acústico acompañado por Christian Mazzalai a la guitarra, para finalizar el concierto con más hits potentes como "1901" o esa fantástica "Don't", quizás el mejor tema de su último disco, y el encargado de acompañar esta primera crónica. Y la guinda del concierto, ese baño de masas que se dio Thomas metiéndose entre el público hasta la mitad de la explanada, subiéndose a las vallas que allí había para interpretar los coros de "Entertainment", mientras aparecía en el escenario J Mascis de Dinosaur Jr acompañándolo a la guitarra. Lo mejor de todo esto es que tuve la suerte de estar a escasos 4 metros de él, en uno de esos momentos que nunca me desaparecerán de la retina. Si alguno tenía que ser mi concierto de esta edición, era este, y sin duda así lo fue. Si ya era fan antes, ahora no puedo más que rendirme a sus pies. Fue el último del día y con las notas de algunas de sus canciones en la cabeza nos fuimos a casa, nos metimos en la cama e incluso nos despertamos al día siguiente. No podíamos empezar mejor el festival.
 


lunes, 20 de mayo de 2013

Dualize / In the meadow / Outsider - L.A.

Si algo tenía que interrumpir el ambiente pre-primaveral de estos días no podía ser otra cosa que el esperadísimo concierto de L.A. en la sala Bikini de Barcelona del pasado viernes 17 de mayo. Concierto esperado cuando mi amiga Eva, que a ciegas me acompañó a ver a Luis Alberto segura en acústico hace un año y flipó tanto como yo con ese fantástico concierto, me avisó de él hace meses; pero aún más esperado tras escuchar el último disco de la banda mallorquina lllamado "Dualize" y publicado el mes pasado. Un álbum que, si ya prometía mucho al saber que Richard Swift de The shins estaba al mando de su producción, la promesa fue superada con creces y se transformó en una realidad en forma de disco excelente de principio a fin. Un álbum de diez temas pop variados, con mil influencias y ritmos pero sin perder ese carácter 100% norteamericano que la banda destila con orgullo y muy buen hacer, superando a momentos incluso ese glorioso "Heavenly hell" que les empezó a poner en su lugar. Y que los confirma como una de los mejores grupos del panorama musical español, en posición de salida idónea para traspasar fronteras y recibir fuera el reconocimiento que se merecen.


El día llegó y mis amigas Eva y Mireia estaban conmigo para compartirlo, una gran noche empezaba a tomar forma. Empezó a sonar la inconfundible batería de "Dualize" mientras todos tomábamos posiciones y contábamos los segundos que faltaban para cantar al fin el estribillo de esa maravilla que da título al último disco y del que fue carta de presentación hace unos meses. Siguió el festival de sonido con una "Under radar" más potente que en el disco y no hizo falta mucho más para ponernos a todos en el bolsillo, dos canciones y ya estábamos todos metidos hasta la médula en el concierto. "Perfect combination" fue la encargada de inaugurar la tanda de canciones del "Heavenly hell". Aunque vinieran a presentarnos disco nuevo quisieron hacer un buen repaso a toda su discografía.

Tocaron también temas del anterior EP "SLNT FLM" como "Over and over" o "Older", pero sin duda las que triunfaron entre el público, como era de esperar, fueron canciones como "Crystal clear" o "Hands", en la que nos dejaron cantar el estribillo que todos nos sabíamos de memoria, quizás uno de los momentazos del concierto. Fueron trenzando pequeñas tandas de temas antiguos con tandas de temas nuevos, como ese momento en el que pidieron que se iluminara la bola de la discoteca para acompañar "Mirrorball" y esa preciosidad que es "In the meadow", la canción que casi consigue que se me saltaran las lágrimas y con la que casi pierdo mi voz. Todo ello sonando aún mejor que en disco, si es que es posible.

Una banda entregada al máximo, complicidad con el público y un Luis Alberto con su preciosa voz en excelente forma fueron los principales causantes de que todos los presentes no quisiéramos que aquello acabara nunca. Tras emocionarnos con "Microphones & medicines" desaparecieron del escenario para volver Luis Alberto solo en acústico y deleitarnos primero con "Elizabeth" y después con una "Stop the clocks" con la que progresivamente el resto de la banda volvía al escenario para culminarla. Volvieron a desaparecer pero todos sabíamos que aquello no podía haber acabado sin que tocaran "Outsider", la canción que tenía que ser, y que finalmente fue, la que con toda esa energía acabara el concierto como tocaba. No podía ser de otra manera, y bien acabó lo que bien había empezado.

Las colas a la salida en el stand de merchandising en el que los propios miembros de la banda eran los que atendían y la cantidad de vinilos y cds que nos fuimos llevando los que las hicimos, aprovechando como no para que nos los firmaran, fueron también claro testimonio del calado que la música de estos mallorquines tuvo sobre los que presenciamos su gran directo. Todo un lujo y una demostración de que cuando las cosas se hacen bien, se cuidan los detalles y se apuesta por la buena música, poco a poco todo acaba teniendo su recompensa. Larga vida a L.A. porque sin duda se merecen todo lo mejor.

Me es imposible acompañar esta entrada con sólo una canción, como me es imposible quedarme con sólo una de ese "Dualize" que es candidato claro a disco del año. Es por ello que he seleccionado estas tres como representación de los sonidos que por él desfilan, una de ellas en la versión en directo que nos ofrecieron el pasado viernes. ¿Necesitáis más pruebas para ver lo grandes que son?





miércoles, 15 de mayo de 2013

The turning - Ethan Johns

Días lluviosos que parece que no quieren cesar. Dejaron algún leve hueco al sol, el suficiente como para poder coger algo de color, pero cuidado no te acostumbres demasiado. Primavera gris aunque luminosa, llena de tardes que invitan simplemente a quedarse en la galería leyendo y escuchando y viendo las inagotables gotas de lluvia caer. Tardes melancólicas en las que buenas noticias ajenas por las que sientes una gran alegría también te hacen ser consciente de ese fin de etapa alargado en el que te encuentras. Ese fin de etapa en forma de goteo de próximas despedidas de gente la cual te cuesta concebir tu vida sin ellos a tu alrededor, consciente además de que esto es sólo el principio. La vida continúa y no es causa de drama, pero nadie te quita tu derecho a la melancolía, a la tristeza momentánea, a las lágrimas furtivas y a la incertidumbre sobre el futuro.

Y en todo este contexto, cómo no, una, o varias canciones, o un disco entero. Ethan Johns ha sido el afortunado, por ser ese maravilloso descubrimiento primaveral con el que me despediré del Auditori del Forum el viernes a las cuatro de la tarde, esa hora quizás demasiado temprana pero fantástica para empezar tranquilamente un buen día de conciertos. Productor de gente tan diversa como Laura Marling, Jayhawks o The vaccines, se decidió finalmente a sacar un disco de composiciones propias llamado "If not now then wheh?". Con una bonita voz a ayudándose de sencillos arreglos presenta una colección de diez canciones con carácter folk, algún aire sesentero y mucho sabor americano, aún siendo él británico.

Probablemente esta que he escogido sea la más íntima de todas y la menos representativa de su sonido. Pero algo tiene que me caló desde el primer momento y ha sido banda sonora en bucle de mis melancólicos pensamientos esta pasada tarde. Y me apetece dejárosla en una versión en directo más desnuda de la que aparece en el disco porque parece recoger a la perfección todo su espíritu. Una pequeña maravilla para acompañar estos días.

We all know the future and the future knows us as all
Everyone and everything must fall
The silence will be beatiful, the silence will be beautiful

martes, 14 de mayo de 2013

Youth - Daughter

Una melodía guardada pero olvidada. A los pocos días de confirmar los grupos del Primavera me topé con una delicada canción interpretada por una sencilla voz femenina acompañada de sutiles arreglos electrónicos y un bajo. Todo muy elegante, muy íntimo, una de esas canciones que si te pillan en un momento especialmente receptivo te cala y quieres guardarla en paño de seda, aunque sea en una de las miles de listas de Spotify que almacenas.

Pasado mucho tiempo repaso horarios y veo al grupo responsable del mismo en un hueco libre el viernes, escenario pequeño, me topo con un directo para la emisora norteamericana KEXP y decido que es el momento de volver a escucharlos y explorar un poco qué nos quieren decir. El directo me embelesa y me da el último empujón para decidirme, sí, hay que verlos. Se llaman Daughter, vienen de Londres y tienen sus orígenes en el folk, en las composiciones sencillas. Pero van más allá y lo revisten de elementos más modernos, resultándome una especie de mezcla entre lo que hace la canadiense Feist y algo de los sonidos propios de sus compatriotas The xx, por nombrar lo primero que me viene a la cabeza al escucharlos.

El resultado es tan delicioso como parecen sus influencias. Canciones, muchas de ellas, que empiezan de manera sencilla y van ganando intensidad y explotando en sus desarrollos. Canciones íntimas pero llenas de ritmo, una combinación que resulta de lo más estimulante. Canciones que fácilmente nos pueden llegar al alma arrastrándonos con su ritmo, embriagándonos con su voz y esa dicción inglesa impecable y dándonos la mano con el bajo y la intensa percusión. Como "Love", la que me los hizo conocer, o esta delicia de desgarradora letra llamada "Youth", víctima fácil del modo repeat, que se encuentra tanto en su EP "This wild youth" como en su recién publicado disco de debut "If you leave", de la que os dejo con una fantástica versión en directo. Imperdibles.

And if you're in love, then you are the lucky one,
'Cause most of us are bitter over someone.


sábado, 11 de mayo de 2013

I wonder - Rodríguez

No es viernes que es cuando toca, pero dentro del caos que últimamente lleva el blog qué más da. Porque al fin hablo de, posiblemente, la mejor película que he visto en lo que llevamos de año y candidata clarísima a convertirse en mi película de 2013. Quién no ha oído hablar de "Searching for sugar man", de hecho pocos bloggers quedamos sin haberlo mencionado. Si a todo ello le unimos que su protagonista, el cantautor Sixto Rodríguez, es uno de los reclamos principales del Primavera, el fenómeno está más que servido. Y obviamente en mi repaso pre-primaveral de descubrimientos no podía faltar, ya mucho he tardado en hacerle su merecido hueco en este pequeño espacio.


El amor por la música. El poder de la música para remover consciencias. La lucha por un sueño. Y por encima de todo, alguien que, sin saberlo, fue el protagonista de un cuento que por imposible que parezca es totalmente real. Una historia fascinante y emotiva que me niego a desvelar en su conjunto porque quizás la magia al ver este maravilloso documental resida, en parte, en el puro desconocimiento. En el dejarse llevar por la historia y por lo que cuenta, formar parte de ella, emocionarse con cada fase, ponernos en la piel de sus protagonistas, enamorarnos de Rodríguez. Y sonreír, dejar que toda esta historia te llegue al alma, se empape de tus emociones, dejar escapar alguna lagrimilla si así lo reclama. Porque si la historia es alucinante, la manera en que el director Malik Bendjelloul la desarrolla es aún mejor, es él quien le da ese plus de emotividad, de misterio, de belleza en el montaje y en las imágenes. Porque no sólo es un simple documental, es algo más, es puro cine. Cualquiera que ame profundamente el cine y la música tiene que verlo sin falta.

Y cómo no, están las canciones. Las que protagonizaron esos dos discos que nuestro humilde protagonista grabó entre los años 1970 y 1971 y alguna extra, que van dejándose sonar a lo largo del film. Canciones sencillas de folk que recuerdan a su coetáneo Bob Dylan, sonidos de aquel momento que se han convertido en atemporales, universales. Todas ellas una joya, tan bonitas como la historia de aquel quien pertenecen. Como esta, perteneciente a su segundo álbum, "Cold fact", casi escogida al azar entre mis favoritas, incapaz como soy de escoger. Y menos pensando en que en exactamente dos semanas estaré probablemente escuchándola en directo.

I Wonder by Rodriguez on Grooveshark

miércoles, 8 de mayo de 2013

Song for Zula - Phosphorescent

Continuamos hoy con la investigación pre-primaveral para pararnos en un descubrimiento relativamente reciente que, con el paso de los días (y más aún sabiendo los horarios) cada vez me tiene más fascinada. No olvidaré cómo hace cosa de unas semanas, rastreando por la letra P en busca de alguna novedad interesante me topé con esta canción. Venía ya advertida sobre el grupo responsable de la misma pero aún no les había dado una escucha. Cual fue mi asombro al verme a los pocos minutos embebida en esa voz aguda y tímida acompañada de sutiles y evocadores arreglos de cuerda y un ritmo electrónico de base suave y aún más sutil, casi imperceptible pero presente, otorgando elegancia al conjunto.

No pude salir de mi asombro y necesité escucharla varias veces más para comprobar que no había sido una ensoñación sinó que estaba ante una de las canciones más bonitas que se han publicado en lo que llevamos de año. No hizo falta nada más para que me entraran ganas de ver en directo a la formación de Matthew Houck. Aunque fue aún mejor al día siguiente rastrear por su extensa discografía y toparme con más delicias de carácter más folk y americano llenas de polifonías de esas para escuchar con los ojos cerrados y dejarse llevar. Quizás no haya sido hasta ahora que han introducido estos elementos más electrónicos a su particular folk, publicando un interesante último disco llamado "Muchacho" en el que parecen haberlo llevado más allá, en incansable evolución y investigación.

Resulta mucho más interesante esperar a descubrir cómo llevan todo esto a un escenario. Varios vídeos por youtube parecen indicar que suenan de maravilla, así que sólo nos queda esperar al sábado a la 1 de la madrugada para poder comprobarlo. Que sí, que se solapan con Los planetas, pero quizás sea uno de los solapamientos que menos me importen. Porque si superan la prueba del directo, en escenario pequeño y familiar, probablemente se ganen un buen lugar en mi alma.


lunes, 6 de mayo de 2013

Streets of your town - The go-betweens

Perspectiva de una noche de sábado sin planes definidos, un whatsapp de mi amiga Adriana llegó a tiempo proponiéndome un concierto muy económico que a ella le hacía buena pinta. Robert Forster, de primeras confesaré que no, que no sabía que era de The go-betweens, banda de la que conocía el nombre pero en la que nunca había profundizado. Algo me dijo que sí, que podría gustarme, va, venga, me animo, vayamos a la aventura. No tuve tiempo de escuchar nada previo, y me planteé el concierto de la manera más estimulante posible: iría totalmente a ciegas, quién sabe, puede ser una gran experiencia.


Lugar, teatro del ÇCCB, ciclo Primera persona, una curiosa e interesante propuesta que combina sesiones literarias y musicales mezcladas aunque de manera un tanto aleatoria y sin mucho que ver. Porque curioso fue llegar a la hora en que empezaba, hacernos con las dos últimas entradas disponibles ante los ojos atónitos de la chica que desafortunadamente (para ella) había llegado un segundo después que nosotras, y de repente encontrarnos en una sesión literaria protagonizada por el escritor Donald Ray Pollock. Un escritor al que sinceramente desconocía, por lo que finalmente fue una oportunidad para conocerle de pleno y picarme la curiosidad en su obra, por qué no. Ya se sabe, el saber no ocupa lugar, y menos el saber literario, otro autor más en la lista de pendientes de lectura, y yo feliz, oye.

Pero aquí lo importante era la música, y alrededor de las 12 apareció sobre la escena un elegantísimo Robert solo con la guitarra interpretando dos temas de manera muy correcta. Pensábamos que la velada iba a ser tranquila, desconocedoras de qué nos encontraríamos. ¿Tocaría los éxitos de su banda? ¿Sus canciones en solitario? Sinceramente, no podría decirlo, ni antes ni después. Porque tras esa introducción entró toda su banda, compuesta por seis músicos locales, llamada Els micacos.


 Ante mi desconocimiento total de las canciones (aunque quizás alguna me sonó), me resulta obviamente imposible nombrarlas con exactitud. Pero lo que no puedo pasar por alto son las tremendas sensaciones que tuvimos ante esa hora y cuarto de música que pudimos presenciar, porque fue algo muy grande. Muy grande ver sobre el escenario toda la elegancia y el buen hacer de este buen señor, entrañable y divertido, cantando y llevando la batuta tal director de orquesta de todos los músicos. Muy grande la banda que le acompañaba, que llenaron de sonido el teatro y nos llevaron las canciones directas al alma. Por lo que pudimos intuir por las reacciones del público, debieron tratarse en su mayoría de canciones de su banda. Deliciosas melodías de pop ochentero con ecos (al menos a mi parecer en su momento) a The smiths, los Waterboys más poperos y otras bandas de los ochenta como The the de esas que te quitan de un plumazo todo prejuicio negativo sobre la música de la época.


Canciones con las que lo pasamos en grande, conscientes en cada momento del gran privilegio de estar presenciando algo así, y sintiéndonos totalmente afortunadas de haber decidido acercarnos. Canciones que, como podéis imaginar, me puse a buscar al día siguiente, reconociendo algunas de ellas del concierto. Como esta, que me encanta, y que me atrevería a definir como la que acabó el recital, ya en el bis, con todo el público en pie dándolo todo. Porque si nosotras disfrutamos, mucho más debieron de disfrutar aquellos que iban a verle con todas las ganas y la ilusión del mundo. Nunca es tarde para ponerse con los grandes clásicos; ya se sabe, como he dicho antes, si el saber literario no ocupa lugar, el musical aún menos. Sean bienvenidos The go-betweens a mi vida, no podrían haber entrado mejor.

jueves, 2 de mayo de 2013

My beloved monster - Eels

Eels para mí (al menos hasta hace unos días) eran una de esas bandas de las que conoces y te gustan muchas de sus canciones, aún teniéndolas totalmente desubicadas, pero no mucho más. Una de esas bandas que algo te dice que hay que ver alguna vez en la vida, de las que se huelen grandes directos. Con los años he ido conociendo más y más canciones, he ido explorando poco a poco su discografía, quedándome atrapada especialmente en sus primeros trabajos.


El pasado sábado 27 de abril se despertó gris y lluvioso, y así se quedó, perezoso y tranquilo, melancólico pero sonriente. Las canciones de Eels llenaron mi casa de sonido y parecían la banda sonora ideal para el día, calentando motores para la gran cita en la que por fin podría verles en directo. Un directo que en realidad se presentaba como toda una aventura para mí, ya que advertida como estaba de la deriva rockera de giras anteriores me creaban una cierta confusión. Me gustan Eels cuando se ponen rockeros, sí, pero quizás me gustan mucho más cuando se ponen melancólicos y romanticones. Qué riesgo, pero aún así, valía la pena probarlo. 


No quiso darnos la lluvia un poco de tregua a la hora de entrar en el concierto, cuando, cerveza previa, me reuní con mi amiga Esther y su amiga María, primera vez para las tres. Y primera vez para las tres en la recién reformada sala BARTS (antes teatro Artèria Paral.lel). Tras pelearnos con paraguas, bolsos, chaquetas y entradas, buscar el lugar idóneo para ver bien y explorar visualmente la sala, cerveza en mano, nos acomodamos para esperar a la banda de Mark Oliver Everett, alias Mr. E. Apareció él mismo primero de todo, empezando "Prizefighter" del "Hombre lobo: 12 songs of desire" mientras el resto de la banda iba apareciendo sobre el escenario, batería a la izquierda delante, dos guitarras y bajos detrás en línea, y el a la derecha delante de flamante directo. Todos ellos curiosamente vestidos con chandal adidas azul y gafas de sol, dando una de las primeras notas divertidas de la noche.


Formaron parte todos ellos de una escenografía sencilla pero efectiva y bella, en forma de una pantalla gigante detrás que cambiaba de tonalidad y que confería a cada tema un color diferente. Circularon por ella naranjas, rojos, violetas y azules, acompañados por alguna figura sencilla de tanto en tanto, dándole un plus visual al espectáculo sonoro, y sobretodo, una fuente inagotable de buenas fotografías.  


Arrancó el concierto y los primeros y potentes diez minutos, en los que sonaron también varios de mis favoritos de su último disco "Wonderful, glorious" como "Kinda fuzzy" y "Open my present", me desencajaron la mandíbula, atónita ante lo que oía y veía. Tras ese rockero inicio, preludio y señal de lo que predominaría el show, bajaron revoluciones con el pretexto de "tocar algo para las señoras", arrancándose con una bellísima "That look you give that guy" en la que la banda hizo los coros y una pausada y preciosa versión del "Dirty girl" del "Shootenanny" dando lugar al momento romántico que muchos esperábamos, aunque fuera casi único en la velada.


Dejaron claro que sí, que venían a presentar su último disco, que personalmente ganó puntos tras el concierto y del que tocaron "New alphabet" o la que le da título, pero también nos ofrecieron un repaso a toda su discografía, desfilando algunas de mis favoritas como "The sound of fear" del "Daisies of the galaxy" o "Fresh feeling" y "Souljacker, part I" del "Souljacker". Y tras el primer parón, en el bis llegó mi momento personal del concierto, ese en el que mi vello se erizó por completo al escuchar las primeras notas de esa preciosidad que es "My beloved monster" del "Beautiful freak", que combinaron en forma de acertado mashup con "Mr. E's beautiful blues", todo un lujo, uno de esos momentos por los que vale la pena pagar la entrada a un concierto.


Acabó el show, se encendieron las luces y muchos nos precipitamos hacia la salida o hacia los baños. Casi que podríamos considerar un golpe de suerte el haber tenido que esperar, porque de repente y sin esperarlo nadie reaparecieron sobre un escenario casi a punto de ser desmontado, con las luces de la sala normales, casi como si lo hicieran entre todos nosotros, en un improvisado (o quizás no tanto...) segundo bis en el que despacharon una enérgica y efectiva "Dog faced boy", broche final a una gran noche. 


¿Cuáles son los ingredientes qué convierten en mítica a una banda? Posiblemente, un sonido y personalidad inconfundible en sus canciones, un cierto eclecticismo, una voz característica y un líder carismático. Todo ello cumplido de la primera a la última línea por Eels, completado además por un grandísimo directo como el que pudimos disfrutar. Un directo en el que nos transmitieron la sensación de que se lo estaban pasando aún mejor que el público, si es que eso era posible. En el que durante hora y media larga nos hicieron bailar sin parar, sonreír, participar en su espectáculo e inundarnos de su sonido en todo momento (ayudado, todo sea dicho, por la estupenda sonoridad de la sala), chutándonos potente rock en vena. Y en el que Mr. E se mostró totalmente entregado al público y su banda, animándonos incansablemente a unos y mostrándose agradecido y cariñoso con los otros. Aún con un acentazo que dificultaba la comprensión de lo que quería transmitirnos, no quiso desconectar de nosotros en ningún momento.


Porque él es un showman y lo sabe, lo da todo en el escenario y, sobretodo, lo hace ver, nos lo quiere demostrar, mostrándose como ese pintoresco personaje que todos sabemos que es. Fuente inagotable además de curiosas anécdotas como su "renovación de votos matrimoniales" con su guitarrista Ched celebrando sus 10 años juntos en escena, o el abrazo "teletúbico" de todos los miembros de la banda de cara al final del concierto. 


Al día siguiente la música de Eels siguió llenando mi casa, poniendo banda sonora a la lluvia otra vez. Aún con las sensaciones de la noche anterior, rescaté algunas de sus canciones y me deleité también con las que me hubiera gustado escuchar. Sí que es cierto que eché en falta un poco más de esa vertiente tranquila que comentaba, probablemente no fuera la única, pero en fondo poco importa si nos ofrecen un buen concierto con tan buenas sensaciones. Que no nos importaría repetir.




My Beloved Monster by Eels on Grooveshark