domingo, 25 de mayo de 2014

Dear friend - Jonathan Wilson

Un enorme y anaranjado sol empezó a lamer el horizonte cordobés apareciendo y desapareciendo, jugando al escondite con el tren y yo era la única que lo observaba desde el vagón. Cuarenta almas inseridas en sus propios sueños, móviles, libros o tablets y yo sentí que ese momento había sido diseñado para mí. Captar belleza de los pequeños momentos se ha convertido en un pasatiempo cada vez más habitual en mi día a día, algo con un punto adictivo y liberador a la vez, fuente de inspiración infinita para el presente y el futuro. 


Empecé cazando atardeceres y paralelamente cazaba miradas de desierto y selva fusionados. Inconsciente de lo que ello conllevaba, me dejé simplemente llevar por algo que no controlaba. Miradas que busqué cada día más, sonrisas que me costó superar y todo un universo mental que canalicé focalizando en un sólo objetivo pero errando el tiro. Infortunio del que me lleva acompañando toda la vida pero con el que no me ha quedado otra que aprender a vivir, aún con sus secuelas. Aunque la suerte quiso que la tortura fuera temporal y finalmente desapareciera tal y como apareció. Sin haber podido decir un adiós casi insignificante pero a la vez lleno de significado.

Mientras estos pensamientos surcaban por mi mente, mis sentidos surfeaban entre la voz susurrante de Jonathan Wilson y la increíble instrumentación de sus canciones que viaja por los terrenos del blues, el rock y el jazz dándole un toque de personalidad a su folk de base. Y me derretí como me sigo derritiendo una mañana primaveral de domingo mientras lo vuelvo a escuchar y rescato de mi libreta todas estas sensaciones, imaginándome "Moses pain", "Love to love", "New Mexico", esta "Dear friend" que finalmente acompaña la entrada o cualquiera de los delirios de seis minutos que componen su maravilloso "Fanfare" trenzándose con la brisa del Forum el próximo sábado 31 de Mayo.


miércoles, 21 de mayo de 2014

Van Occupanther - Midlake

Los días grises en Mayo son algo tan común que los echaríamos de menos si no llegaran. Esos días en los que el cielo decide darnos descanso a la preciosa e intensa luz primaveral para que después la valoremos aún más. Esos días en los que el tiempo te hace chantaje emocional para que te pongas como él y compartas tu melancolía, para que que te regodees con lo que te pone triste y recurras más de lo que conviene a la peligrosa nostalgia, y más aún en este momento de la vida en el que todo tu contexto se confabula para que lo hagas. Pero al fin y al cabo son sólo unos días y que sean a pocas semanas vista del Primavera Sound es la excusa perfecta para escuchar a gusto propuestas de esas que entran de maravilla en días así.

Será por ello que estos días no hago otra cosa que escuchar a Midlake. Será por ello que su presencia en el festival ha hecho que dejaran de ser asignatura pendiente de tanto tiempo para haber caído totalmente atrapada en sus redes de sonidos americanos suaves, polifonías y vientos deliciosos. En el universo reconfortante de sus melodías perezosas y en su tierna melancolía. Empecé con su fantástico último disco y preguntando una recomendación para continuar indagando en su discografía mis orejas toparon con una maravilla llamada "The trials of Van Occupanther".

Y me sentí igual que a los inicios de esta aventura blogger, cuando me enganchaba a discos con ya ciertos años de antigüedad y descubría poco a poco la música. Porque la maravilla en sí misma tiene ya ocho años pero desearía escuchar en su concierto todas y cada una de sus pequeñas maravillas. Como ese "Van Occupanther" que protagoniza esta entrada en cuyas polifonías, flautas y precioso estribillo encuentro consuelo y desahogo para esa ligera melancolía nostálgica que se ha apoderado de mí últimamente, alimento para lágrimas silenciosas pero purificadoras, mientras poco a poco voy asumiendo de manera natural todo aquello que se ha transformado a mi alrededor como único remedio efectivo para poder tirar adelante. Que al final es de lo que se trata.

Todo ello mientras espero deseosa escuchar sus canciones mezclándose con la brisa del Fórum el próximo jueves 29.

Let me not be too consumed with this world
Sometimes I want to go home
And stay out of sight for a long time


Van Occupanther by Midlake on Grooveshark

martes, 13 de mayo de 2014

Don't look back - Teenage fanclub

Siempre se me han escapado Teenage fanclub en las diferentes visitas que han hecho a Barcelona a lo largo de estos años. Por falta de acompañamiento o despiste, nunca llegué a verles y los tenía como una asignatura pendiente. Es por ello que la oportunidad que brindaba el festival Primera persona de ver a uno de sus miembros, Gerard Love, tocando en directo sus temas junto con la banda mallorquina Beach beach no podía dejarla pasar, y menos con las ganas y la insistencia de mi amiga Adriana. Todo ello, además, en el marco de un interesantísimo festival que se celebra en el CCCB, que el año pasado fue un gran descubrimiento que, a su vez, nos hizo enamorarnos de la figura de Robert Forster.


Todos estábamos convencidos de que lo que ibamos a presenciar prometía muchísimo. Y puedo afirmar que es muy probable que nadie quedara defraudado. Porque si las canciones ya de por sí son maravillosas, su ejecución lo fue aún más. Gracias a un contenido pero simpático protagonista que derrochó encanto con su voz, dándole forma a preciosas y soleadas melodías, acompañado de manera impecable por una joven banda concentradísima en su quehacer, incrédulos de estar en el escenario junto a él. Porque todo sonó tan perfecto y empastado que casi parecían haber tocado juntos toda la vida.


Porque todo ello dio lugar a un sonido calculado casi al milímetro pero que fluyó con la naturalidad y la frescura que requieren los temas. Un sonido nutrido por las tres guitarras, el bajo y la batería que habían sobre el escenario, con el cual podíamos cerrar los ojos y sentir cada una de las líneas instrumentales, cada punteo y cada rasgado. Todo ello el complemento básico y esencial que hace de esas canciones algo único, la fuerza instrumental que le da el contrapunto perfecto a la dulzura y la suavidad de las melodías.



Hay tantas y tantas canciones bonitas de Teenage fanclub que era difícil contentar a todo el mundo durante la hora acordada de concierto. Pero aún así, escuchar temas como "Star sign", "Radio", "Hang on", el "Don't look back" que acompaña la entrada o las míticas "Ain't that enough" o "Sparky's dream" y cantar ese estribillo de "Need a cristal ball to see her in the morning, magic eyes to read between the lines" nos hizo soñar igualmente, sentir la brisa que nos evocan en nuestra cara aun estando encerrados entre las paredes de aquel teatro, sonreír porque son canciones con las que no puedes hacer otra cosa pero a la vez emocionarnos de vernos inmersos entre sus acordes, polifonías y dulces melodías. Dejaron incluso un hueco para una de las delicias que el cantante hizo bajo la firma de Lightships, "Silver and gold", con lo que acabaron ya de derretirnos.


Un concierto que desde el minuto cero te eriza los vellos y con el que tienes que hacer grandes esfuerzos para que tus ojos no sean un festival de lágrimas tiene que ser algo muy grande. Un concierto que te sumerge en una burbuja de sonrisas y mil sentimientos se convierte a su vez en algo inolvidable. Puede que el escuchar al fin en directo esas canciones que tanto acompañaron mis años universitarios me condicionara de tal manera que no pude tener otra reacción, no lo niego, pero algo me dice que todo fue mucho más allá. Porque en todo momento tuve la sensación de estar presenciando algo único y de que todos los que estuvimos allí éramos totalmente cómplices de ello. Como sólo sucede en las grandes ocasiones musicales.



Don't Look Back by Teenage Fanclub on Grooveshark